La infancia y adolescencia son etapas repletas de cambios, retos y de preparación para la vida adulta. Cuando surgen dificultades en alguna de ellas, afectan a toda la familia.
La labor del psicólogo infantil consiste en prevenir y tratar los problemas emocionales y de conducta, así como proporcionarles las herramientas necesarias para lograr un desarrollo integral.
¿Cuándo acudir?
En función de la edad, las manifestaciones varían. A cortas edades, debido a las dificultades para gestionar y expresar sus emociones, los niños pueden exteriorizar su malestar mediante problemas de conducta. Un exceso de "rabietas", de miedos o no querer separarse de uno de sus padres son ejemplos de señales de que algo no va bien.
En adolescentes puede resultar más difícil detectar determinados problemas debido a que es una etapa en la que las amistades cobran una importancia clave y la familia pasa a un segundo plano. No obstante, cambios repentinos de comportamiento o en sus relaciones sociales, alteraciones del estado de ánimo o un uso excesivo de la tecnología pueden ser señales de alarma.
Numerosos estudios demuestran cómo los problemas en estas etapas condicionan el desarrollo adulto y predisponen al mantenimiento y aparición de otros problemas psicológicos.